20 Apr
Consideraciones contra la libertad creativa 2

Photo by Dayne Topkin from Unsplash


Es el caso de las disqueras grandes, que abusan de sus miembros creativos llamados como el último desecho del río: los artistas. Y a costa de ilegibles e ininteligibles contratos, abusan de su superioridad en el mundo del mainstream obligando a que los artistas cumplan y se comprometan con crear nuevos elementos de mercadeo (llamado música) y que todos rindan para ser éxitos y no fracasos. Así le pasó a los ingenuos Smashing Pumkins, que por firmar a lo loco con Virgin Records, solo recibieron maltrato y abusos de parte de esa disquera, que terminó desintegrando al grupo y dos de sus integrantes murieron. Ahora el vocalista, Billy Corgan puede hacer lo que quiere y tiene la amplia libertad de hacerlo: varios años atados a la Virgin Records merecía por fin su látigo desatado ante tanta injusticia.

Si así fue con ellos, como será, sigue siendo y es con grupos menores, artistas que intentan triunfar hacia el agreste camino de la fama y muchas son las posibilidades que fracasen o logren el repentino éxito de los 14 minutos 59 segundos, que es lo que dura la fama, según el rey de la cultura pop, Andy Warhol, otro que también fue explotador y ladrón de modas. Recuerdo el caso de Azul Azul, un grupo boliviano que compuso el tema "La Bomba", y que por abusos de la disquera Sony Music, se quedó con los derechos de autor. La Sony Music de España no quiso lanzar el disco de Azul Azul con el éxito de La Bomba, sino con otra agrupacion, King Africa, que se apropiaron del tema, hicieron lo que les vino en gana y el éxito fue para ellos. ¿Y los Azules? Bien gracias, ni un joraca y vaya patada en el culo que recibieron, en esos años de tensión. Luego se éhicieron conocidos a finales de la decada de los 90, con otros temas que fueron éxitos del momento, pero La Bomba les pertenecía y la disquera se los robó descaradamente.

Como dijera Manu Chao, en un sentido de que las grandes empresas piratas eran en realidad las mismas disqueras, por tanto abuso en pos de la comercialización desmedida y agravante que atenta contra el libre consumo de la cultura y el derecho que tiene todo ser para entretenerse en este mundo miserable. Por eso, bajo otro sentido, Manu Chao recalcaba que mejor era comprarle a los pequeños vendedores de los productos piratas, porque ellos sí cumplian su labor de difundir cultura y entretenimiento a un costo muy bajo y a costa de horadarles y roerles el camino de consumo, que las disqueras tanto pretenden alcanzar pero a costos altos de sus productos.

En España está el caso de la SGAE, un monstruo obsoleto, que busca ponerse fuerte mediante leyes para su propio beneficio y prohibir un derecho del internauta: el libre P2P o peer to peer, es decir, las libres descargas de musica, comics, libros, peliculas, entre otros. Digo que es un derecho del internauta compatir lo que tiene con los demás, porque mucho de este material jamás lo veremos en nuestro país, a su vez lo que tenemos acá no lo verán ellos en sus respectivos países. Y la meta en común es el compatir sin pedir nada a cambio, simplemente compartir lo que a uno le gusta y saber que otros internautas en el mundo deambulan buscando esos mismos gustos, sean musicales, de lectura u otros. Sin embargo, las grandes empresas no ven con buenos ojos estas prolíficas intenciones, se acoderan y se apoyan de los institutos encargados de velar por los derechos intelectuales y propiedades, enviando representantes lobbystas y presionando fuerte en el parlamento y otras instancias estatales, para que se de con toda la prepotencia descarada, el cierre del uso al internet en caso que detecten en una dirección IP descargas de material cultural. Porque todo lo que abunda y coexiste en internet es cultural: somos la cultura del nuevo milenio, de la comunicación y del libre intercambio de aspectos y productos culturales, sean éstos vulgares o cultos, ya entra a criterio de cada quien.

Internet, valgan verdades, se ha vuelto una plataforma del libre pensar de ideas y del fluir constante de opiniones y recomendaciones de un usuario a otro. Pero las empresas dedicadas a las investigaciones de encuestas no saben cómo llegar directamente al internauta, para que sea parte de sus programas de encuestas ad infinitum.

Por otro lado, las disqueras y las grandes editoriales ven con ojos de conservadores su torpeza de no habituarse y adelantarse a estos medios modernos y haber creado, desde antaño, una protección digital para sus productos. Lo que ocurre hoy en día es porque las disqueras aún piensan que miden su éxito a base de tantos discos vendidos, cosa que ya no sucede así, porque ahora se descarga la musica, se viraliza, se masifica y se convierte en un producto intangible que se comparte en redes sociales. Servidores como napster o kazaa de p2p han comprobado que es mejor así como se comparten archivos. Claro que tanto uno como el otro tuvieron problemas judiciales al respecto sobre la propiedad intelectual, pero se demostró que hubo vacíos legales para regular todo esto. Si desaparecieran ambos, surgirán otros servidores "hijos" con aspectos similares del peer to peer.

Itunes es un servidor legalizado, es decir, una tienda virtual de música. Se paga por cada canción un monto menos de un dólar, lo que aproximadamente un álbum que contenga 10 canciones, esté costando cerca de los 9.90 dólares. Si las disqueras hubieran precavido servidores de esa naturaleza, no estarían con el grito en el cielo como ahora, que por no saber lidiar con los avances de la tecnología de ahora, entre manotazos de ahogado, imponer leyes y sanciones para que el p2p desaparezca y que los enlaces de descarga se eliminen de la faz del internet. Pero ese es el futuro: el streaming, como Spotify, el concepto de una tienda virtual de música y todo lo que quieres escuchar a cambio de un módico precio mensual.

Qué brutos y anticuados resultaron ser los de la SGAE, que en su proyecto de ley con respecto de la regulación del internet, querían multar el uso de internet, asegurando que era un gran archivo de información. Esto con el fin de eliminar las posibilidades de p2p. Pero hasta el juez vio la tremenda falta e insensatez de estos burócratas de medio pelo: internet es un canal, una carretera por donde fluye la información, no es un contenedor del mismo. Los de la SGAE pretendían multar todo, pero todo el Internet, por el tema de la propiedad intelectual, hacer que se haga una bonificación retroactiva. Conclusión: nos quedábamos sin internet.

Este impase quedó en el mero ridículo y la SGAE estará volviendo a arremeter, bajo otras argucias legales con total descaro, generando todo un repudio y asco entre la comunicad española de internautas. Si esto prosigue asi, entonces la SGAE debería pagar derechos de propiedad intelectual por el uso de la luz, el agua, el aire y el suelo en que está operando su vetusta institución. La SGAE, así como la SAGEM y otros similares, son un estorbo, un cáncer latente. Pero si esto está ocurriendo en España, mi temor es que ese tipo de líos se difunda acá en Perú y se metan de lleno con la regulación del internet.

Acá en Perú, que se vendan pocos discos, es por culpa de las mismas disqueras. Sus precios exorbitantes hacen pensar dos veces la adquisición de un original: el precio es tan elevado que con el mismo presupuesto, se pueden adquirir más discos en versiones piratas y con la misma calidad de sonido. Por otro lado, por más que promuevan mediante spots y campañas que es un crimen la piratería, si no bajan los precios de sus discos, DVDs, etc. nadie se anima a comprarlos.

Entra a colación el tema del servicio de cable. La venta de DVDs originales en el Perú es un fracaso. Pero estas mismas películas las podemos ver en el cable, con una diferencia de tres a seis meses de cuando aparecieron en la cartelera local. Uno puede esperar y sin pagar nada más que el servicio de acceso al cable satelital, puede ver estas mismas películas desde la comodidad de su casa y con pop corn casero, a comparación de los desorbitantes precios en los cines. O desencatarse de que en el cable tampoco hay nada bueno y ver las novedades que nos traen los caseritos del pirateo, novedades que jamás verías en Cinecanal o HBO Olé, incluso de exclusivos circuitos cinemeros como el iraní, el turco y otras exquisiteces audiovisuales.

Frente a toda la maraña de la piratería, las pocas tiendas con discos legales y originales no llaman mucho la atención, salvo para aquel que tenga oído chauvinista (en el caso de la ya decadente música criolla) o para los melómanos que cuentan con sus equipos sonoros de siete canales y una variedad de bajos y subwoofers. A los que les gustan los géneros pachangueros, suelen encontrar recopilatorios de cumbia y salsa (lo que escucha el grueso de la población de gustos mundanos) entre los piratas, empaquetados por años o según selecciones propias.

Pero tanto en Lima, como en los demás departamentos del Perú, existimos los que pasamos por una universidad y comprobamos que la música no se limita solo a lo que escuchas en la radios peruanas, sino que hay otros géneros, otros grupos más sabrosones que la guapachosa cumbia que ya cansa al oído porque llevamos cerca de cinco años ininterrumpidos con este ritmo escuchándolo en las combis, buses, taxis, etc. Nosotros, los que tenemos acceso frecuente a internet, preferimos toda esa música que la vendian en las discotiendas ya desaparecidas y que no lo podíamos comprar porque nuestras mesadas o propinas no llegaban ni a la décima parte de su precio.

A una gran mayoria de nosotros, los considerados estudiantes universitarios (indispuesto de que si has ingresado o ya acabaste la carrera) nos gusta otra música, más refinada, o más de circuitos unders, la que ni APDAYC promueve, la que las radios de Lima y provincias desprecian y se estancan en su repertorio de 500 hits que entran en una memoria usb de 512 megas. Para el que es melómano, debe buscar por otros lares esa otra música que jamás escucharía el grueso de la población, pero que gracias al internet, logras alcanzarlos, ahondando en las críticas de blogs que comparten esta información de bandas desconocidas y otras no tan conocidas. Fanzines caletas y de ediciones interrumpidas te comentan de esos grupos, de la movida en otros mainstreams como el de Londres o Chile, música que comprende los géneros indie, drone, ambient, experimental, house, techno del nuevo siglo, post punk, new age, dark ambient, psy trance, goa, electropop, house, dubstep, funk, etc. Es increíble ver la vitalidad con que goza el New Wave de la década de los ochenta, a través de bandas que hacen covers de las canciones más icónicas o escuchando a los originales, en mono o remasterizado, y otros grupos que siguen esa misma línea y que se mueven en un circuito under, debido a esta libre masificacion individual que permite el internet. Entonces, si mis gustos son distintos al de otros, incluso al de los demás, ¿debo pagar de más porque mis gustos no son iguales al de los otros y por eso estoy atentando contra la propiedad intelectual?

Si alguien patentara el himno nacional del Perú... se haría millonario, si lo logra poner en retrospectiva y retroactivo todos esos pagos pendientes. En su defecto, nadie más lo cantaría. Y nos libraríamos de esa marcha adefesiera, aburrida, grotesca, de composición improvisada y apurada en sus tiempos en que se vio publicada, con una estrofa anónima que se desconoce el autor y que está inserto, un baladí de barroco.

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