¿Habéis oído hablar sobre el líquido amor? ¿No? Un pensador polaco lo mencionó, allá por la década del 2000, sobre ese tema: se ama menos hoy en día que antes, debido a los avances de la tecnología, de la superficialidad y la banalidad que impera en todos los ámbitos. Es cierto, el amor de antes era más romántico y duradero, es lo que suponemos porque no lo hemos vivido. Lo de ahora es facilidad, poca duración y desplazarse cual chorro líquido de una relación a otra. Pesa más la indiferencia, el acto de evadirse sin rollo o estar fresh, antes que el orgullo o la insistencia. Más con el aplicativo del Tinder, Grindr, Media Manzana, Waplog y otros más. Ya nadie quiere amar por la fuerza de la voluntad a una sola persona, se buscan relaciones cortas y cuasi poliamorosas. No llama la atención mantener contacto con el o la ex, sino cada cierto tiempo darse una súbita cita de reencuentro furtivo, de recordar esos breves tiempos mejores: en la cama. El polaco tiene un nombre fácil de olvidar: Zygmunt Bauman.
Por otro lado, casi volteando la cuadra, está Lacan. Un pensador francés que asegura que hay conceptos erróneos en las relaciones amorosas, sobre todo entre las juveniles, de todos los tiempos. Uno espera encontrar a la mujer o a su pareja cual horma del zapato como siempre la ha soñado, la mujer ideal, el príncipe azul. Cosa que no es así. Ella no es lo que piensas encontrar, es distinta y más real de lo que imaginas, Rockatmellio, no es esa persona que quieres ver o encontrar, la que constantemente la idealizas, porque eso no existe. Ella es tal cual, no la conoces ni la conocerás más, porque se alejará de ti. Debes dejarla ir, no te ama, no es la chica que está dentro de tu cabeza, la idealtypen que has visualizado desde que tienes uso de razón. El amor no es cruel. Crueles somos nosotros porque queremos imponer un tipo de pensamiento que no es, ni se ajusta a la realidad en que nos desenvolvemos.
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