Kampi

Había leído sobre Benjamín Solari Parravicini. El hombre hacía unas psicografías o predicciones dibujadas sin interrupciones. Pero en dos de aquellos dibujos, mencionaba referente a la música del futuro, una de ellas cercana y otra aún lejana. Sin tapujos, decía que la música negra se juntaría con la eléctrica y sería un género ampliamente escuchado en todo el mundo, presagiando un destino lleno de caos y esclavitud. 

Pero Parravicini fue lejos: dejó escrito otra psicografía, sobre un nuevo género musical el cual se escucharía mucho tiempo después, luego de la música negra y la electrónica, como si sonara de fondo mientras imaginaba un fin del mundo desastroso. La palabra era extraña: Kampi. ¿Qué mierda será el Kampi? ¿Cómo sonará? Luego de eso, no hay nada más, ninguna referencia de respaldo ni una addenda u otro dibujo que aclare el futuro de la música. Solo Kampi. Y nada más. Al principio te asustas y crees que en el final de los tiempos sonará algo peligroso. Pero si lo miras y lo analizas bien, tanto el dibujo como el texto breve que lo acompaña, hace referencia al Kampi como un género musical esperanzador. 

Mientras tanto, tenías la comisión pendiente de Carmenchú sobre el twerk y otras payasadas de Gringolandia. Había que desentrañar y redactar para el fanzine que colaboraba, "La Sota 10". Ir una vez más a Galerías Brasil era como rebuscar en el ropero de la abuela a ver qué cosa rara encontrabas entre su ropa (ahí guardaba ella sus chocolates y unos walkie talkies de juguete, además de otras cosas raras de ver dentro de un ropero). 

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Kampi. Te queda como un mantra de sabor exótico. ¿Será de origen indio, africano o "papuano nueva-guineano"? ¿Kampi no será la cumbia, hoy proliferante en todo el Perú y norte de AmLat? Ojala no sea la cumbia, esa música estridente para gustos agropecuarios. Hay un sentido oculto en la palabra Kampi. Deja a la incertidumbre lo que vendrá después del auge y decadencia de la música electrónica, ya anticipada décadas antes.